El monopolio bancario enseña su poder

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No vemos bien su cara pero a juzgar por los resultados que ha conseguido nos hemos enterado de su grandísimo poder

@BallugeraCarlos. Así como mientras cruzamos por la autopista, vemos correr el agua en chorros por las ventanillas y sabemos que un aire más fuerte o más débil empuja las gotas, las arrastra y las salpica por los cristales; al ver los movimientos del Supremo sabemos que un interés más fuerte o más débil de los bancos orienta la justicia, que deja correr, como gotas de agua, sus sentencias por la superficie de la opinión pública.

No sabemos sus nombres, tampoco sabemos cuando actúan, no sabemos lo que quieren, pero al ver los movimientos de algunos jueces, ajenos a su lógica, sabemos que la de quienes los empuja, es la de un sindicato bancario que reclama respeto a sus derechos.

De manera casual hemos visto como la banca y el Tribunal Supremo ajustan sus palabras y sus decisiones. El revés sufrido por los intereses bancarios con la sentencia de 16 octubre 2018 ha sido muy fuerte, lo sabemos por los altibajos del IBEX y por los nervios de las autoridades bancarias.

Sólo a los nervios se puede achacar que hayan roto su silencio tradicional y hayan sacado una nota de prensa que ha sido seguida el día siguiente, sorprendentemente, por otra nota del presidente de una sala del Supremo. En esta ocasión el sigilo constante de los banqueros ha dejado paso a sus palabras aireadas en los medios y al movimiento sincrónico de las notas de prensa.

Los tiempos nos dejan ver, como si hubiera una relación de causa a efecto, que lo que los voceros de las finanzas piden, el presidente de sala amaga con darlo. Sólo hemos visto la noticia, no sabemos los argumentos, pero el tribunal ha dado lo que le pedía el más fuerte. Tan fuerte que ni siquiera era parte en el pleito.

Los bancos vuelven a prevalecer, pero con su prestigio empresarial dañado, recluidos en el dominio de las decisiones judiciales, con un aliado gravemente desacreditado por la decisión de hoy, que tuerce o desvirtúa, todavía no lo sabemos bien, la triple decisión de los especialistas fiscales de la sala.

Los juegos del lobby bancario, como discípulo de aquel que quería hacer no la ley sino el reglamento, han abandonado el terreno legislativo y se han refugiado en el control de los resortes del poder reglamentario del Gobierno y en el de los mecanismos de decisión judicial.

No creemos que el reglamento haya sido resucitado con la decisión de hoy, pero los bancos prevalecen y ganan una fuerte expectativa de poder parar el efecto “ultra partes” de la sentencia de 23 diciembre 2015 y no devolver el dinero que cobraron de más por la cláusula de gastos anulada.

Así de pronto, otra vez, nos damos cuenta que no estamos delante de una simple asociación empresarial, sino que ese lobby actúa y se comporta como un monopolio, que prefiere el pleito y el colapso de los juzgados, a cualquier estrategia de marketing. Es mucho más rentable.

Para muchos que no lo habían visto, un gran poder fáctico ha saltado a la primera plana en estos últimos días, un poder que no quiere lo suyo, el mercado, la negociación, la publicidad, la complicidad con el cliente, las ofertas sorprendentes, la competencia, no, ellos prefieren influir en las altas esferas. Lo estamos viendo por la tele.

El poder hipnótico de este metal es tan grande que ahora actúa virtualmente, sin que esté en nuestras cajas, ni en los bolsillos ni siquiera podamos verlo más allá de esta foto

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